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1/3/12

Los alfiles de la reina Corvus se disfrazan de peón (Opinión) Por Luis Vignolo


En estos últimos días ví y leí varias cosas que se parecían por contradictorias e hipócritas. Desde que empecé a estudiar comunicación, a los 18 años precisamente, hasta hace dos meses trabajé en medios periodísticos. Durante 5 años lo hice en medios privados y un año en un medio estatal.


Los primeros cuatro años fuí redactor y productor de medios y periodistas que eran funcionales a los gobiernos provinciales. Funcionales en todo, sin ningún tipo de restricciones. Pecaría de ingenuo si dijera que no conozco las reglas del juego pero sería muy necio si aceptara que esas normas espurias son condicionantes a la hora de ver la realidad. Con esto intento dejar claro que las reglas mercantilistas de la comunicación y la vida cotidiana son dos cosas diferentes.
Hoy recibí un mail en el que me invitaban a participar de la manifestación de periodistas en reclamo de la restitución en sus puestos laborales de algunos colegas y pidiendo que se negocie la pauta oficial para este año. Llamaron mi atención los nombres de los firmantes y automáticamente recordé mis experiencias en aquellos trabajos. Recordé los 250 pesos mensuales que cobré durante un año y los 450 que llegué a cobrar luego de casi dos años de trabajar en aquel medio; trabajar en negro, aclaro. Recordé los dos números de la revista que nunca me pagaron y el tendal de sueldos que nunca cobré. Las condiciones laborales no eran las mejores ya que se exigía mucho y las herramientas eran pocas y malas. Recuerdo las caminatas a Patagones por una nota y los trances complicados con los polémicos hinchas viedmenses.
También me acuerdo de las elecciones del sindicato de prensa. Colaboré para completar la lista pero las cosas no funcionaron. Había ciertos nervios que operar y varios huesos rotos pero no podían tocarse por el diagnóstico del momento. Hablo de la funcionalidad.
Más de uno dirá "yo vivo de esto" a lo Fukuyama. Yo les respondo que vivo y además trabajo y nunca se me cayó la estima por salir del rubro.
No olvido a ninguno de mis compañeros de trabajo. Aquellos que padecieron las mismas condiciones impuestas por los mismos patrones propietarios y la misma ausencia gremial. No olvido el día en que retiraron la pauta por hablar de los alimentos en mal estado ni la editorial de mi amigo deshilachada por analizar el organigrama infinito. 
Por todos estos recuerdos calificó de hipócritas y contradictorios a los mentores de esta manifestación. Todos empleados de la frivolidad de los últimos gobiernos (Aclaración: la UCR es un partido de reconocida trayectoria democrática por eso no generalizo y hablo de los últimos gobiernos). Salvo uno, los otros cuatro son reconocidos explotadores de jóvenes periodistas y trabajadores de medios ¡Qué paradoja!
Con todo esto no intento justificar el autoritarismo de algunas respuestas, que quede claro, porque todo es criticable y todo está sujeto a análisis.
Es fácil ver la paja del ojo ajeno sin mirarse al espejo y más que simple hacerlo sin observar el pajar de quienes nos imponen una doctrina. Por eso me niego a acompañar estas medidas. Acompañaré el reclamo de las decenas de compañeros que hace años trabajan sometidos a la miseria y al conformismo porque en ellos yace el gran problema de muchos comunicadores comarcanos  que lamentablemente deben abrazarse al "peor es nada". En ellos y no en los bolsillos que durante muchos años estuvieron llenos de olor a sucio. 

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